MAESTRO RULFO, GRACIAS POR LA BREVEDAD.
La escasa, pero inmensa obra del maestro Juan Rulfo resulta a mis ojos como la luz de los bombillos a los insectos; me hipnotiza y ¿por qué no? me ata a su eje. Desde que leí por vez primera a Rulfo estuve ávido de encontrar más textos de él, pero fueron pocos los que encontré por que fueron pocos los que publicó. Me refiero a los cuentos y a sus 2 extraordinarias novelas "EL LLANO EN LLAMAS Y PEDRO PÁRAMO"
¿Por qué el maestro no escribió mas novelas? Tal vez por que con él se cumple a cabalidad esa máxima: "de lo bueno poco". El silencio que guardó después de estas 2 obras resulta por momentos incomprensible. La única explicación válida, o tal vez la que me convence mas que cualquiera, es la que expresa Juan Villoro al comentar: "El silencio de Rulfo es sin duda la caja de resonancia de su obra"
Si, las notas claras de la melodía literaria de Rulfo encuentran un eco inconmensurable en el silencio posterior a su creación, se repiten y se decantan sin perder jamás la esencia. Pero no sólo son "EL LLANO EN LLAMAS Y PEDRO PÁRAMO" las obras que destilan la genialidad de Rulfo, quiero compartir con ustedes un par de párrafos extraídos de "LUVINA", cuento magistral de Rulfo que he leído y releído por su brevedad y su magia, y por supuesto, invitarles a que disfruten de estas exquisiteces.
-"Tú nos quieres decir que dejemos Luvina porque, según tú, ya estuvo bueno de aguantar hambre sin necesidad -me dijeron-. Pero si nosotros nos vamos ¿quien se llevará nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos solos"
"San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio..."
La brevísima obra de Rulfo tiene la magia del buen vino (ofrezco disculpas por la comparación) siempre, después de paladearlo, los sentidos reclaman otro sorbo para seguir disfrutando, pero el espíritu lo demanda imperiosamente para seguir viviendo. Pero esa botella llamada Juan Rulfo es una maravilla aquilatada no por su abundancia, sino por su enorme calidad.
Tlalpan, México, D.F. Febrero 13 de 2009.
*Nota: El autor de este comentario (o sea yo) confiesa que lo escribió sin el influjo de enervantes, solventes, ron, cerveza ni nada que aclarara sus sentidos y diera coherencia a sus palabras, por lo que resulta sin responsabilidad alguna en caso de que alguien se sienta agraviado.
La escasa, pero inmensa obra del maestro Juan Rulfo resulta a mis ojos como la luz de los bombillos a los insectos; me hipnotiza y ¿por qué no? me ata a su eje. Desde que leí por vez primera a Rulfo estuve ávido de encontrar más textos de él, pero fueron pocos los que encontré por que fueron pocos los que publicó. Me refiero a los cuentos y a sus 2 extraordinarias novelas "EL LLANO EN LLAMAS Y PEDRO PÁRAMO"
¿Por qué el maestro no escribió mas novelas? Tal vez por que con él se cumple a cabalidad esa máxima: "de lo bueno poco". El silencio que guardó después de estas 2 obras resulta por momentos incomprensible. La única explicación válida, o tal vez la que me convence mas que cualquiera, es la que expresa Juan Villoro al comentar: "El silencio de Rulfo es sin duda la caja de resonancia de su obra"
Si, las notas claras de la melodía literaria de Rulfo encuentran un eco inconmensurable en el silencio posterior a su creación, se repiten y se decantan sin perder jamás la esencia. Pero no sólo son "EL LLANO EN LLAMAS Y PEDRO PÁRAMO" las obras que destilan la genialidad de Rulfo, quiero compartir con ustedes un par de párrafos extraídos de "LUVINA", cuento magistral de Rulfo que he leído y releído por su brevedad y su magia, y por supuesto, invitarles a que disfruten de estas exquisiteces.
-"Tú nos quieres decir que dejemos Luvina porque, según tú, ya estuvo bueno de aguantar hambre sin necesidad -me dijeron-. Pero si nosotros nos vamos ¿quien se llevará nuestros muertos? Ellos viven aquí y no podemos dejarlos solos"
"San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay ni quien le ladre al silencio..."
La brevísima obra de Rulfo tiene la magia del buen vino (ofrezco disculpas por la comparación) siempre, después de paladearlo, los sentidos reclaman otro sorbo para seguir disfrutando, pero el espíritu lo demanda imperiosamente para seguir viviendo. Pero esa botella llamada Juan Rulfo es una maravilla aquilatada no por su abundancia, sino por su enorme calidad.
Tlalpan, México, D.F. Febrero 13 de 2009.
*Nota: El autor de este comentario (o sea yo) confiesa que lo escribió sin el influjo de enervantes, solventes, ron, cerveza ni nada que aclarara sus sentidos y diera coherencia a sus palabras, por lo que resulta sin responsabilidad alguna en caso de que alguien se sienta agraviado.
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